Danza consciente

La relación entre la danza y el yoga

Hay momentos en la vida en los que el cuerpo parece recordar cosas que la mente había olvidado. Recuerda cómo sostenerse con delicadeza, cómo habitar el pecho sin prisa, cómo abrir espacio en el corazón para que algo más grande pueda entrar.
La danza sabe de esto.
El yoga también.

Ambas disciplinas nacieron para acompañar al ser humano hacia adentro. Para afinar la escucha. Para devolvernos el hogar.

Pero a veces bailamos en automático…
Y a veces respiramos sin respirar.
Entonces el movimiento se vuelve forma vacía, es sólo esfuerzo… gesto sin alma.

El encuentro entre danza y yoga es, justamente, la invitación a regresar a un lugar antes habitado.

En la danza, el cuerpo narra.
En el yoga, el cuerpo recuerda.

Los dos caminos coinciden en algo esencial:
nada comienza afuera.

Primero se siente.
Luego se mueve.
Y por último, se muestra.

Cuando respiramos de forma consciente, el cuerpo deja de ser un instrumento que ejecuta, y se convierte en una casa habitada.
La columna se alarga sin forzar.
La pelvis encuentra raíz.
Los pies reconocen la tierra.

Y de pronto, la danza fluye sola…
como si no la hubiéramos creado, sino recordado.

La respiración como maestro secreto

Podemos ensayar pasos durante horas, pero si la respiración no está incluida, tal vez apretada o incluso sostenida, el movimiento no nace desde el centro (tanto desde la mirada interna como la física), sino desde el esfuerzo.

Una bailarina que respira con presencia, cambia su danza sin necesidad de aprender nada nuevo:

  • La mirada conecta de dentro hacia afuera.
  • La energía se expande en lugar de empujarse.
  • La expresión se vuelve verdadera.
  • El canal está creado

La respiración es lo que transforma la técnica en poesía.

Movimiento como oración

En India, dicen que la danza no se ejecuta: se ofrece.
Que hay mudra que son flores, agujas, aves o dioses.
Que cada paso es un ritmo, una cuenta, un latido.
Que cada gesto del rostro es una plegaria silenciosa.

Me gusta pensar y sentir que no bailamos para ser vistas, sino que bailamos para volver a vernos.

Pequeño ritual para unir danza y respiración

(Lo puedes practicar antes de ensayar, ofrecer o enseñar)

  1. Siéntate o quédate de pie pero con la columna bien larga.
  2. Inhala por la nariz contando 4 tiempos, exhala en 6.
    (Deja que la exhalación se vacíe suavemente.)
  3. Lleva una mano al pecho, otra al abdomen.
  4. Siente que tu cuerpo respira al completo, desde el abdomen y hasta el pecho y de ahí se reparte por el resto de ti.
  5. Ahora, abre los ojos y deja que esas cuentas se conviertan en pequeños movimientos respirados, sin pretensión, como calentamiento.
  6. De ahí simplemente déjate llevar, con música o sin ella, y que tu cuerpo recuerde lo que ya sabe, lo ordene y tu respiración lo interprete.

No necesitas más. Lo esencial está en ti (Si quieres indagar de mi mano estos maravillosos y trascendentales aspectos te dejo por aquí mi curso especial MANTRIC DANCE)

Demo gratuita 😉

Para cerrar

La danza y el yoga no son caminos diferentes.
Son dos ríos que nacen de la misma montaña.

La danza nos enseña a expandirnos.
El yoga nos enseña a regresar.

Cuando los dos se encuentran, el cuerpo se vuelve un puente,
y la danza deja de ser movimiento…

Para convertirse en presencia.

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